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PROSA BARROCA

Después de las novelas de caballerías, bizantinas, pastoriles, etc. se da paso a una prosa más realista, centrada no tanto en evadirse de la situación del momento como en reflexionar sobre ella y darle un aporte moral. Así es que, la prosa barroca la podemos dividir en tres subgéneros distintos:


  • La novela corta: Gracias a la expansión de la imprenta, a la búsqueda de historias amenas y al triunfo de las Novela” se desarrolla un tipo de novela llamada corta, caracterizada por buscar el entretenimiento, presentarse en modo narrativo, y tratar asuntos amorosos combinados con acción. Dentro de este género, consideramos importantes, a María de Zayas con “Novelas amorosas y ejemplares” que además cambian el final habitual de este tipo de novelas por uno no feliz. Y a Tirso de Molina y Lope de Vega. Para darnos cuenta del esplendor de este subgénero, solo tenemos que fijarnos en que algunos autores, que trataron de aportar una mayor originalidad a este tipo de obras, incluyeron elementos satíricos y burlescos


  • La prosa de ideas: Entre este tipo de novelas están “La cuna y la sepultura” de Quevedo, e “Idea de un príncipe” de Diego Saavedra. Son un tipo de novelas que tratan de reflexionar sobre la realidad del momento, tanto de una forma moral como política. La figura representativa de este tipo de novelas es Baltasar Gracián, al que luego nos referiremos.


  • La novela picaresca: A partir del éxito de “El Lazarillo de Tormes”, se desarrolla una narrativa basada en la realidad, que pretende dejar de lado ese mundo idealista, para presentarle al lector personajes de la realidad de su tiempo como puede ser el pícaro, que sustituye a los caballeros. Se podría decir que las novelas principales de este subgénero son: “El Buscón” de Quevedo y “Guzmán de Alfarache” , de los que hablaremos luego. Aunque también se desarrolla la novela picaresca femenina, pero con menos éxito que las mencionadas.



REFERENCIAS:

Libro de Lengua y Literatura Castellana- Oxford

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